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[Download] "Los Americanos / Revista La Torre - UPR" by Edgardo Rodríguez Juliá # eBook PDF Kindle ePub Free

Los Americanos / Revista La Torre - UPR

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eBook details

  • Title: Los Americanos / Revista La Torre - UPR
  • Author : Edgardo Rodríguez Juliá
  • Release Date : January 07, 2015
  • Genre: Education,Books,Professional & Technical,
  • Pages : * pages
  • Size : 24635 KB

Description

Junto con los antropólogos también llegaron los cronistas. En la Conquista de las Indias la escritura sobre los indígenas -descripción y narración de lugares y curiosidades, caracterización de prototipos, ensoñación de utopías fantasmagóricas- fue hecha principalmente por religiosos o soldados, en todo caso aficionados a unas letras destinadas a testimoniar para la posteridad. El Padre Las Casas depuso su crucifijo con tal de denunciar el exterminio. Lope de Aguirre, la llamada “cólera de Dios”, descansaba su espada con tal de fijar en las letras su obsesión en la búsqueda implacable de El Dorado. El humanismo bonancible provocaba la pluma tanto como la rabiosa conquista. Después de todo el coraje imaginable, siempre queda la engañosamente quieta escritura.


Cuando los norteamericanos invadieron en 1898-“la llegada” para nuestro querido José Luis González- el antropólogo, portador de la salvación, ya era una figura diferenciada del cronista, portador del testimonio. Mientras el antropólogo John Alden Mason hacía inventario de las posibilidades de aquello que Boas llamó “la etnología de la salvación”, es decir, la extrañeza como incitación para el impulso “civilizador”, el cronista José de Olivares, un californiano de evidente ascendencia hispana, mantenía viva esa infatigable curiosidad, nada exenta de extrañamiento, que caracteriza al cronista. En ambos la vigilancia antropológica, la fijación de lo observable en la escritura, va unida a esa particular instancia del imperio que es la conquista, el momento del poderío manifiesto.


Si la objetividad opera siempre en contra del colonizado, como nos aseguró Frantz Fanón, así resguardándose el colono de sucumbir a la mirada del “otro”, la garantía de su afán de dominio sería esa vigilancia del cuerpo ajeno, el cuerpo del colonizado; la represión política, entonces, tiene su anverso en la vigilancia por la “salud pública”; el joven imperio ensayaba así uno de sus originales modelos de dominio. Los norteamericanos llegaron para sanar el cuerpo repleto de lombrices y piojos, erradicar la piorrea lo mismo que la horrible elefantiasis. (Recordemos el cepillo de dientes puesto en la cinta del sombrero de los soldados invasores, detalle que destaca José Luis González en La llegada.) El colono fantasea experimentar en el cuerpo del colonizado lo mismo la proliferación de las células cancerosas (Rhoads) que la fertilidad propia y ajena con “la pastilla”, ésa, la anticonceptiva. El imperio civilizador, como parte de su ideología, aquieta su mala conciencia con este afán de curar al colonizado; siendo éste, ya de entrada, ente defectuoso, malsano, enfermo. Nuestro principal novelista, el médico y cirujano Manuel Zeno Gandía, ya lo había señalado en sus “crónicas de un mundo enfermo”; el americano le tomó la palabra al pie de la letra.


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